¡Basta ya!
Mientras el Gobierno y el Partido Socialista enmudecen con los escándalos de corrupción que los rodean, 80.000 personas acudieron a la manifestación convocada por Alberto Núñez Feijóo. Antes incluso de que comenzaran los discursos, sonó por los altavoces la banda sonora icónica de El Padrino, compuesta por Nino Rota; un gesto que no necesitó explicación: pocas metáforas describen mejor el clima que rodea hoy al sanchismo, con un círculo de casos, investigaciones e imputaciones que parecen sacados de un guion cinematográfico, solo que aquí la trama es real y afecta directamente al Gobierno de España.
La imagen del acto fue tan simbólica como contundente. Un Gobierno atrincherado en el silencio, rodeado por un hedor de corrupción que ya no se puede tapar ni con argumentarios ni con editoriales amigos; y, enfrente, decenas de miles de españoles que salieron a recordar que la democracia no consiste en sobrevivir a base de negar la evidencia.
Feijóo no se limitó a denunciar la situación: interpeló directamente a los socios parlamentarios del Ejecutivo, preguntándoles hasta cuándo van a seguir sosteniendo a Pedro Sánchez a pesar de que, uno tras otro, sus referentes, sus operadores y sus figuras cercanas han ido desfilando por los juzgados o entrando en prisión. Porque la realidad es incómoda pero innegable: el sanchismo ya está en la cárcel. Y lo que está en la cárcel debería, como mínimo, dejar de estar en el Gobierno.
Por eso el líder del Partido Popular exigió lo que la calle también pedía: que Sánchez deje de esconderse, que asuma su responsabilidad política y que convoque elecciones. No porque convenga a un partido u otro, sino porque es lo único que puede devolver la normalidad institucional a un país que no puede permitirse seguir gobernado por un presidente dedicado únicamente a ganar tiempo, mientras todo a su alrededor se derrumba.
La manifestación fue un aviso claro: España no puede seguir tutelada por un proyecto que se deshace entre causas judiciales. Si el Gobierno no es capaz de hablar, la ciudadanía ha empezado a hacerlo por él. Y lo que pide no es música épica ni metáforas cinematográficas: pide limpieza, regeneración y urnas.
El sanchismo no es un error puntual o un tropiezo, no son dos o tres personas, es su sistema, su mecanismo, su forma de llegar y su forma de estar en el poder. ¡Basta ya!
Carlos Izquierdo
Portavoz