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Almeida cumple

El alcalde de Madrid cumple con la obligación de presentar el presupuesto para la ciudad ofreciendo a los ciudadanos confianza y tranquilidad, que es lo que se debe exigir a las administraciones. Esto no debería ser noticia, pero se convierte en noticia cuando Sánchez lleva dos prórrogas presupuestarias camino de una tercera si lo presentado no se aprueba, según ha anunciado Junts.

José Luis Martínez-Almeida cumple y Sánchez incumple.

 

El reciente proyecto de presupuestos presentado por el Ayuntamiento de Madrid para 2025 merece reconocimiento y aplauso. Con una cifra que alcanza los 6.277 millones de euros —un incremento del 5,7 % sobre el presupuesto de 2024—, este plan pone de relieve una administración local que apuesta por la ejecución, la inversión y la mejora de los servicios públicos.

El Ayuntamiento destina a gasto social 1.130 millones de euros, lo que se traduce en 326 euros por habitante, es decir, un aumento del 30 % respecto a 2019. Al mismo tiempo, se concreta un fuerte impulso a las inversiones: 667 millones de euros previstos para inversiones directas (la cifra más elevada desde 2009) y casi 895 millones cuando se incluye el sector público empresarial. Esto demuestra que el Ayuntamiento no solo se queda en la teoría, sino que asume un compromiso real con la transformación de la ciudad: mejora de infraestructuras, movilidad, urbanismo, nuevas dotaciones, limpieza y zonas verdes.

Otro aspecto que merece elogio es la coherencia financiera: las cuentas se presentan bajo criterios de sostenibilidad económica, medioambiental y social. Además, la ejecución del presupuesto de 2024 alcanza el 92% del total y el 80% de las inversiones previstas, lo que indica que este Ayuntamiento no se queda en promesas vacías, sino que materializa los recursos asignados.

Madrid demuestra que la gobernanza con presupuestos claramente definidos, ejecutados con disciplina y orientados a prioridades concretas —familias, movilidad, barrios, empleo, medio ambiente— funciona. Porque no sólo se gestiona el gasto, sino que se planifica inversión y servicio. El hecho de que todos los distritos aumenten su dotación presupuestaria —y que las grandes infraestructuras de ciudad (como el soterramiento de la A-5 o el tramo final del Paseo de la Castellana) formen parte del plan— es una apuesta por la igualdad territorial y la competitividad urbana.

La ausencia de un presupuesto actualizado para el país compromete la planificación, la transparencia, la asignación de recursos etiquetados para políticas específicas y la confianza en la gestión pública. Como advirtió el economista Jordi Sevilla, “sin presupuestos no hay proyecto de país”. En contraste, el Ayuntamiento de Madrid ha dado un paso adelante, fijando objetivos, asignando capítulos, definiendo prioridades.

La diferencia es clara: en Madrid se puede debatir y criticar la ejecución, los ritmos, las prioridades; pero no se discute que haya un presupuesto. En cambio, en el ámbito estatal, la falta de unas nuevas cuentas genera un déficit democrático. Los ciudadanos merecen saber no sólo qué se va a gastar, sino cómo, cuándo, y para qué. Y ese mecanismo, que en Madrid funciona, a escala nacional se encuentra en precario estado.

En conclusión: el presupuesto de Madrid es una muestra de buena administración, visión y responsabilidad. Mientras tanto, el gobierno central debería tomar nota: gobernar también es presupuestar, y presupuestar es dar respuestas concretas al presente y al futuro de la ciudadanía. Ese salto que ha dado el Ayuntamiento madrileño es precisamente el que el país necesita de su gobierno central. Almeida cumple, Sánchez incumple.

 

Carlos Izquierdo

Portavoz